«Interesante el relato dramático que plantea Cristina Rojas, tan aparentemente realista y cotidiano como atravesado por el delirio emocional e imaginativo, con esa fusión entre Beckett y Bertold Brecht. Un cuadro rural, con el paisaje al fondo de Cartaya y El Rompido, que se estructura dando paso a diferentes personajes y a los sucesivos días de la búsqueda. Interesante también el espacio escénico único creado por Alessio Meloni, con ese trigal pedregoso y seco donde las espigas se han convertido en panes y que parece una instalación conceptual, plástica y simbólica. Interesante el enfoque de ligereza y de humor que, en todo momento, está presente en la obra, en esta crónica de una pérdida donde el espectador se siente partícipe de su verdad y de su desnudez narrativa».